Calores y fotofobias en Madrid

Por más que uno se encierre con el aire acondicionado en casa o en la oficina, antes o después, un fotógrafo de arquitectura se ha de tragar el mortifero calorazo que hay en la calle ,

incluso tras la desaparición del sol: ya ha llegado el verano

Y es que , en Madrid, el calor viene casi sin avisar. No solemos tener primavera, y pasamos de los ocho grados, a los treinta casi de un día para otro, para, en los dos días siguientes, plantarnos en los 35/ 40. En estas situaciones y hasta aclimatarse, algunas almas gélidas como yo, lo pasamos realmente mal.

En estas épocas, aparece la noche como única solución de proceso para nosotros los autónomos acalorados....Algo tenemos en común los gélidos y los noctámbulos pues, casualmente , solemos coincidir; tanto es así que, sin ánimo de ser xenófogo, siempre he pensado que formamos parte de una raza distinta...

Juegos de verano. Ingman Bergman. 1950
Resulta interesante el tratamiento de "foto fija con movimiento" de muchas de sus escenas...

Los veranos, en el norte; los inviernos, también; lo demás, de pasada... Tenemos cierta tendencia a no soportar las luces intensas y nos sentimos mucho mejor con nublados o incluso con nieblas espesas; así, tenemos cierta sensación de misterio, que el cegador sol no nos lo proporciona.

Somos alérgicos a las playas, y cuando por obligaciones familiares nos acercamos a ellas, hemos de resultar al observador todo un "poema": por supuesto a la sombra, tapados con ropa, abanicándonos, con gorro y, por supuesto, con gafas de sol, casi ciegas...

Y la razón no suele ser otra que la de ser fotofóbicos; la luz de la que vivimos -que no los clientes- nos suele producir un tremendo dolor de cabeza...

Estoy convencio que esa dolorosa fobia luminosa, es la que me ha hecho ser especialmente sensible por la imagen en toda su posible expresión, desde la fotografía , hasta el cine.