En ocasiones, me pregunto qué haría yo si fuera arquitecto y tuviera la necesidad de vivir de mi profesión en los próximos años.
Es evidente que la profesión ha de cambiar para adaptarse a los nuevos tiempos económicos y a la distinta necesidad y espiritu que demandará esta sociedad: menos derroche y más profesionalidad real; esto es, menos grandes y opulentas obras arquitectónicas y más cubrir las necesidades reales de la gente, en cuanto a viviendas y a las nuevas tendencias de la actividad (turismo rural, cultural y ecológico...)
No me cabe ninguna duda, que la necesidad de especialización en rehabilitación, así como todo aquello que tenga que ver con cubrir las necesidades técnicas de la arquitectura, ha de ser el camino de éste futuro inmediato.
Esperanza Aguirre (Presidenta de la Comunidad de Madrid) parece haber dado unas pequeñas pautas en relación a su futura política relacionada con la arquitectura: la posibilidad de construcción de viviendas en terreno rústico, de forma sencilla.
Creo haber interpretado el espíritu que impera ésta idea e inmediatamente me ha venido a la cabeza, todos aquellos sistemas que utilizan los americanos para autoconstruirse sus propias viviendas... Esperemos que finalmente se lleve a buen término esta idea.
Para ello, serán necesarias oficinas que asesoren y faciliten soluciónes técnicas de autocostrucción (y autodiseño) complementarias a las nuevas generaciones de políticas de viviendas que pueden ser compatibles con estas ideas. Creo que estos caminos a grandes rasgos, son posibles, factibles y más que probables si lo que se pretende es que exista una cierta actividad en los próximos años.
Por responder a lo que menciona un lector en la anterior entrada, creo que el trabajo actual de un arquitecto ha de centrarse en la parte técnica, minimizando en la medida de lo posible lo artístico de esa profesión y que tanto daño creo que le ha producido (especialmente a la formación de los arquitectos jóvenes); el arquitecto ha de estar al servicio de las necesidades de una sociedad y, la nuestra, creo que necesita urgentemente desarrollar este tipo de temas sin opulencias, de forma humilde pero, también, de forma absolutamente profesional.
Es evidente que la profesión ha de cambiar para adaptarse a los nuevos tiempos económicos y a la distinta necesidad y espiritu que demandará esta sociedad: menos derroche y más profesionalidad real; esto es, menos grandes y opulentas obras arquitectónicas y más cubrir las necesidades reales de la gente, en cuanto a viviendas y a las nuevas tendencias de la actividad (turismo rural, cultural y ecológico...)
No me cabe ninguna duda, que la necesidad de especialización en rehabilitación, así como todo aquello que tenga que ver con cubrir las necesidades técnicas de la arquitectura, ha de ser el camino de éste futuro inmediato.
Esperanza Aguirre (Presidenta de la Comunidad de Madrid) parece haber dado unas pequeñas pautas en relación a su futura política relacionada con la arquitectura: la posibilidad de construcción de viviendas en terreno rústico, de forma sencilla.
Creo haber interpretado el espíritu que impera ésta idea e inmediatamente me ha venido a la cabeza, todos aquellos sistemas que utilizan los americanos para autoconstruirse sus propias viviendas... Esperemos que finalmente se lleve a buen término esta idea.
Para ello, serán necesarias oficinas que asesoren y faciliten soluciónes técnicas de autocostrucción (y autodiseño) complementarias a las nuevas generaciones de políticas de viviendas que pueden ser compatibles con estas ideas. Creo que estos caminos a grandes rasgos, son posibles, factibles y más que probables si lo que se pretende es que exista una cierta actividad en los próximos años.
Por responder a lo que menciona un lector en la anterior entrada, creo que el trabajo actual de un arquitecto ha de centrarse en la parte técnica, minimizando en la medida de lo posible lo artístico de esa profesión y que tanto daño creo que le ha producido (especialmente a la formación de los arquitectos jóvenes); el arquitecto ha de estar al servicio de las necesidades de una sociedad y, la nuestra, creo que necesita urgentemente desarrollar este tipo de temas sin opulencias, de forma humilde pero, también, de forma absolutamente profesional.
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continuará a lo largo del día...
Estoy de acuerdo en gran parte del diagnóstico, aunque no en todo. La rehabilitación es por supuesto el campo más socorrido en las crisis, aunque hay que saber hacerlo, para no cometer los mismos errores que en otras. La diversificación es el anillo al dedo de la arquitectura, como demuestran todos los jóvenes que se dedican a cosas de lo más variopintas. Aunque diversificar en el sentido de hacer lo mismo pero en otros países sólo está al alcance de ciertos estudios, y necesita recursos (no sólo económicos) que no son fáciles de conseguir, por mucho que la decana del COAM se empeñe.
ResponderEliminarSobre la propuesta de Esperanza ya si eso hablamos otro día, que seguro que da mucho juego, aunque yo no tengo tantos conocimientos como para valorarla en su justa medida.
Y por último, en lo que discrepo mucho es en lo de minimizar la parte artística de nuestra profesión. Potenciar la parte técnica sí, es imprescindible, pero no a costa de reducir la calidad arquitectónica de lo que ofrecemos, argumentando que esa es la necesidad de la sociedad. Por nuestra experiencia, cuando es posible introducir elementos de diseño de calidad, los clientes quedan muy satisfechos, aunque al principio fueran reticentes; y por el contrario, cuando no es posible, el resultado final queda muy empobrecido.
La búsqueda de la belleza es lo que nos distingue como profesión y no podemos renunciar a ella, pero esto es un debate largo y muy antiguo...
Con "minimizar la parte artística de la arquitectura" en ningún caso he querido decir "eliminar", sino poner en su justa medida; lo necesario para que responda al fín para el que fue realizada. Eliminar la forma, por la forma; el espectáculo banal de la arquitectura, al fín...
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