Ya llego el centro del verano y parece que mucha gente se ha marchado; ya podemos utilizar el coche por la ciudad sin problemas de ningun tipo; estamos aprovechando para transportar cosas...
Ya se han marchado a la playa y nosotros tan ricamente en la ciudad ¡Que descanso de gentío!
A Estella se le ocurrio comprar salmón y, empezando ya a comerlo, nos damos cuenta que no ha pasado el test de radiactividad que ahora hacemos a todo el pescado antes de consumirlo; las consecuencias de Fukusima, lo aconsejan...
Y la sorpresa ha sido morrocotuda. Procedente de una de las cadenas de congelados mas conocidas en Madrid, nos encontramos con un salmon absolutamente radiactivo aunque al final, el medidor lo dio por apto, aunque yo me quede con grandes reparos... Hay una cosa que tengo claro: nunca mas comere salmon procedente del mar Baltico.
Claro que es muy fácil cambiar la procedencia, bien por el importador o por la misma cadena que los vende y, por lo tanto, las consecuencias son que nunca más comeré salmón de ningun tipo.
Analizados al día siguiente y antes de congelar unas truchas y una dorada, ambas dan valores correctos de radiactividad. Y es que desde que compre el geiger, no ha habido ningún alimento que me diera estos niveles de radiactividad... Aunque al final el aparato lo dio por apto, con mediciones de 0,20, no tendríamos que haberlo consumido por mera precaución…; mediciones parciales tan altas, no denotan nada bueno...
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