El consumo de combustibles es uno de los indicadores más fiables para calibrar el estado de una economía. En julio, la llegada del verano rompió la tendencia negativa que se prolongaba desde hacía casi tres años y algunos expertos pronosticaron un cambio de rumbo. Sin embargo, agosto ha rescatado la cruda realidad. El consumo de carburantes de automoción descendió el 4,6% y en lo que va de año acumula un retroceso del 5,5% que lo sitúa en niveles del siglo pasado.
Todo ello a pesar de que el parque de automóviles ha aumentado el 40%.
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