28 de Junio de 2014
Hoy de nuevo en Santoña me ha dado por quedarme mirando al mar durante algunas horas. Un día de los que llaman desapacibles y que yo percibo como muy agradable, con ligera brisa húmeda y fresca, y cielo nublado; muy ligero viento noroeste con misteriosas nubes "cargadas" de tormentas.
Hoy de nuevo en Santoña me ha dado por quedarme mirando al mar durante algunas horas. Un día de los que llaman desapacibles y que yo percibo como muy agradable, con ligera brisa húmeda y fresca, y cielo nublado; muy ligero viento noroeste con misteriosas nubes "cargadas" de tormentas.
Los barcos descansan en el muelle preparándose para la próxima partida; la temporada del bonito ya esta preparada, aunque en sus lonjas se vende bonito congelado para los turistas y "expertos" visitantes, ávidos de este magnífico y suculento animal...
Y yo mirando a la mar...
Una pléyade de mujoles, de lomos especialmente claros, se revuelven y agitan en la superficie de poco calado; descansan por unos minutos y algo les devuelve a su frenética actividad. Roces, suaves embistes y torsiones, se aprecian a simple vista a poco que uno mantenga la visión en un ejemplar. Se distribuyen en parejas en sentido vertical, mas que en horizontal, hasta que alguno viene a sustituir el lugar del primero...y vuelta a empezar. Parece una danza antes del apareamiento...
Pero, según aseguran los expertos, esto sucede en invierno. Con sinceridad me resulta difícil de creer... Aunque también pueden ser juegos o alguna danza ritual; no tengo ninguna duda que el múgil es un ser socialmente inteligente...
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