Por razones que no vienen a cuento, los molinos son una de las construcciones que mas me interesan; mas por la actividad humana que por la maquinaria que ello conlleva. En Galicia, en esta ocasión, he podido conocer dos series de molinos nuevos: en Muro (A Coruña) y en Barro (Pontevedra).
Sobre los primeros, se tratan de molinos de marea; una construcción realmente interesante, rehabilitada hace unos pocos años (rehabilitación realizada por Jesus Anaya Diaz). Sobre los segundos ( 14 molinos -muinos en gallego- ), se trata de molinos de salto de agua dulce.
Nos adentramos en el Parque Natural del Río Barosa (Pontevedra) en una ruta espectacular y con unos saltos de agua nada corrientes, ni por la cantidad de agua, ni por la cantidad de molinos en su curso (15). Pese a estar señalizada como dificultad media, si se siguen las indicaciones del sendero, la dificultad es fácil- muy fácil; otra cosa es salirse del sendero marcado, para observar los molinos y saltos de agua desde perspectivas difíciles.
Resultan muy interesantes las conducciones de agua hasta los molinos, talladas, en muchas ocasiones, sobre la propia piedra que aflora o realizadas con esta…
Al regreso, descubro lo que ya había desaparecido en Galicia y en el resto de España: la venta, casa de comida y/o posada.
Aquí, ahora, se llaman furanchos, que no son mas que establecimientos particulares donde se vende el vino cosechado en la propia casa y donde el viajero puede parar a comer, en comedores comunitarios de bancos corridos, algunos pocos productos de la tierra, aunque siempre con el vino cosechado en la propia casa. Una actividad que según parece, se limita a unos pocos meses al año, mientras duren las existencias de vino joven cosechado esa temporada.
Comimos maravillosamente bien (comida 100% casera) y a buen precio, a la salida del Parque del Río Barrosa, en un desvió de la propia carretera general, en el Furancho de Barosa.
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