¿Razones para el optimismo? por Juan Ramon Rayo
La cuestión no es si estamos necesariamente condenados –nadie lo está– sino si las probabilidades de que nos recuperemos han aumentado de manera determinante.
El pasado lunes, mi amiga y compañera en el Instituto Juan de Mariana, María Blanco, publicó en estas mismas páginas un artículo donde reflexionaba sobre el futuro económico de nuestro país. Apoyándose en las opiniones de otros amigos, conocidos y buenos economistas como Daniel Lacalle, María planteaba la medianamente razonable hipótesis de que España no sólo estuviera tocando fondo sino de que, subsistiendo numerosísimas incertidumbres todavía, el desenlace final no hubiese de ser trágico por necesidad: “no podemos decir que no nos vamos a recuperar”. Dado que María me incluye en el bando de economistas escépticos con las renovadas esperanzas de recuperación, permítanme clarificar mi postura.
De entrada he de decir que no creo en el determinismo económico, o al menos no en un determinismo que sea cognoscible y desentrañable para ningún analista. Las economías son sistemas lo suficientemente complejos como para que nadie pueda efectuar simplistas predicciones apodícticas. De ahí que cuando el economista afirma que, por ejemplo, “Grecia quebrará si no reduce su gasto público”, no debe entenderse como que la probabilidad de quiebra de Grecia sin reducción del gasto público es del 100%, sino que, en ausencia de otros elementos(el famoso ceteris paribus), Grecia quebrará: o, por expresarlo de otro modo, que sin recortes del gasto, las probabilidades de quiebra de Grecia son altas y crecientes. Por supuesto, al final de la película siempre puede venir Alemania o Draghi al rescate permanente, o el mundo puede comenzar a crecer al 8% y arrastrar a Grecia a la recuperación, o Grecia puede descubrir un gigantesco yacimiento de petróleo en sus costas, evitando así la bancarrota. Pero, en principio, el escenario más factible que deriva de una continua acumulación de déficits –el escenario que deberíamos tener presente en nuestras decisiones diarias– es que, sin cambios en el gasto público, Grecia quebrará.
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Hoy de nuevo 25km con fuertes subidas y largos esfuerzos de pie sobre la bicicleta. Aunque los dos días anteriores no pude circular (trabajo de campo), hoy le he dado duro para de alguna manera compensar. Los resultados, estupendos pues cada día me encuentro mejor; es evidente que la regeneración de los capilares ya ha comenzado y es ahora cuando he de aprovechar para forzar la maquinaria, naturalmente con cierta precaución y sin pasar de los 140ppm acostumbrádos...
Creo que ya puedo pasar a los 35km diarios, para meterme por el cuerpo los 150km (en dos tandas de 75km) los fines de semana. De poder hacerlo sin problemas, ya estaré en los 325 km semanales, que no está nada mal. Es casi la mitad de lo que antes hacía, pero también han pasado seis años desde aquello y los años, y el sobrepeso, no perdonan. Mañana mismo empezare con las nuevas distancias.
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Creo que ya puedo pasar a los 35km diarios, para meterme por el cuerpo los 150km (en dos tandas de 75km) los fines de semana. De poder hacerlo sin problemas, ya estaré en los 325 km semanales, que no está nada mal. Es casi la mitad de lo que antes hacía, pero también han pasado seis años desde aquello y los años, y el sobrepeso, no perdonan. Mañana mismo empezare con las nuevas distancias.
De nuevo ya estoy haciendo estiramientos sobre la propia bicicleta, y eso parece que me esta sentando especialmente bien. Aunque de momento me limito a las piernas, poco a poco he de ir ampliando las series, ya que también se amplían los kilómetros realizados; los estiramientos son muy importantes para mantener la flexibilidad de unos músculos sobredimensionados por el ejercicio físico...
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